Fuiste el origen de mi insana adicción a las madrugadas, a la noche, al tequila y al humo de tu cigarro.
Después llegó la adicción a tus ojeras, a la cafeína y a tus sonrisas rotas.
¿Tu olor? No me hables de eso; mi cama aún huele a ti. A tus lágrimas, a alcohol, a tu espalda desnuda sobre las sábanas, a susurros y a la última vez que la deshicimos juntos.
Y yo. Yo...
Cientos de tus "te quiero" se escapan por cada uno de mis poros.
Pero te recuerdo, tus labios de escarcha y tu mirada de hielo iban de maravilla con el ron de mi vaso.
Tantas de tus sonrisas eran la mejor medicina para mis rotos.
Y si hablo de rotos, por favor, olvida toda esa ropa tirada y deshecha en el suelo, porque sigue ahí, con tu "adiós" y mis putas ganas de quererte.
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