He dejado de buscar un mundo y ya solo me busco a mí.
A mí.
Suena tan extrañamente egoísta, tan extrañamente egoísta para haber salido de mis labios.
Si, esos labios que mordiste, besaste y que tanto sangraron (por ti).
Pero se terminó.
No me apetece seguir preocupándome por nadie. Seguir latiendo solo porque otros laten. Respirar solo porque otros sí utilizan sus pulmones y no solo para sentir cómo les falta el aire.
No quiero parpadear, por si no vuelvo a abrir los ojos.
No estoy como para creer en las personas.
No estoy.
Que caminar sobre mis ruinas ya era duro, pero llevarlas a cuestas es insufrible.
Así que llévatelas. Con tus (amargos) besos y tus (sucias) despedidas.
Y ahora. Ahora solo me queda mirar la luna. Y que mi mirada se una a la que tantos otros perdieron allí, buscando respuestas a preguntas que aún no formularon.
Respuestas que, en realidad, nadie quiere oír.
Enorme, esto es enorme.
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