martes, 25 de diciembre de 2012

Largo.

Tu cama deshecha, mi cabeza por partes, tu corazón intacto y mi poesía inerte.
Dime que te fuiste para no doler, diles que el día más feliz fue cuando me despedí de tu ausencia y saludé a la bella que tantas noches me tuvo en vela.
Diles que esa sonrisa que fingiste es la más bonita que en cualquier otoño caerá sobre mi almohada; que tal vez soy una ilusa, pero nunca juré sobre la tumba de ningún vivo olvidar al olvido.
Diles que perdí todos mis poemas pero te encontré a ti y volví a escribir miles con una dosis menor de yerba, porque nos fumábamos los petas a pachas.
Nuestras fotos de tardes por el Retiro o las del puente Vecchio ahora huelen a vacío.
Diles que estuvimos en el sitio donde todas las parejas se gritan "te amo" y tú y yo fuimos, solamente,a soltar toda la mierda y desahogarnos.
Dime que mañana es otro día de mierda y que nos la suda.
Dime que hemos acabado como aquella película:yo un flan y tú un tirano.
No le digas a nadie que sin ti no soy yo, que tu puta locura es por mi culo en tanga yendo hacia el baño; que dejé de ser una niña cuando el primer verano me dijiste "te extraño".
Dime que "me has jodido la vida" tiene otro significado, por favor.

No sé por qué hablo de amor si hace tiempo comprobé que no existe.


Mis ojos rojos te dicen sinceros que soy una hija de puta, pero que dentro de lo que cabe tengo sentimientos.
Enséñame a llorar de verdad; sólo el viento, los gramos y alguna película han conseguido que mis ojos se corran.
Vete y demuéstrame que se puede cumplir la ironía de despedirse para siempre con un "hasta nunca".

lunes, 24 de diciembre de 2012

"Estás con otras, pero piensas en mis ojos verdes"

Aquella noche nos dio por inventar. Podríamos haber empezado por el pasado, pero empezamos por inventar una nueva estación. Hojas en el suelo, luna llena, hibernar en su cama, churros con cocacola, tomar el sol haciendo un ángel en la nieve, procesiones para celebrar halloween, un: ¡Feliz año nuevo!, de tú tío el gracioso disfrazado de Drag Queen y un San Valentín con rosas y libros. San Juan, calles decoradas con luces de navidad y calabazas y telarañas adornando las puertas de las casas. Todo en 3 meses. Mirar de vez en cuando la puesta de sol escondiéndose entre sus piernas, ruborizado. Todas las demás veces creerme sol y ponerme sobre su tripa un par de tiros para después correrme entre sus piernas. La dosis de la siesta: follar a pelo y después dormir oliendo su pelo. Tardes volando por ahí sin salir de su cama. 
Que en esta estación llegue diciembre todas las veces que quiera, que ella seguirá aquí. 
Que las hojas de los árboles solo se caerán para formar un libro de poesía y leerlo con ella apoyada en mi hombro. Aún me pregunto por qué en esta nueva estación llamaremos Jaime al típico gato negro con las patitas blanca que todo el mundo llama Calcetines, (cosas suyas...). 
Que el mejor capítulo es el que no termina nunca, y este va por buen camino.
Aquella noche nos dio por inventar... Pero sobretodo nos dio por querernos.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Como un pedazo de cielo en mis manos.

Decoraciones en graffiti bajo el cielo de polvo. 
Una constante ola de tensión sobre la confianza rota. La que rompiste tú, claro.
Las lecciones que me enseñaste no las aprendí porque nunca fueron verdad.
Ahora yo me encuentro preguntándome si ellos apuntan su dedo hacia mí de nuevo; culpable por asociación, eres tú quien me señala.
Quiero huir, pero no decir jamás adiós. Nunca fui de esas.
Quiero saber la verdad en lugar de imaginarme los porqués. 
Cerrar la puerta y abrir mi mente.
Bolsas de papel y voces enfadadas bajo el cielo de polvo, gris y azul marino, otra ola de tensión no ha hecho más que llenarme, y toda tu habladuría...esas palabras nunca fueron verdad.
Como un pedazo de cielo en mis manos. Como un rayo de sol entrando por la ventana. Como la primera gota de agua en una tormenta. Como ese minuto de paz en la más sangrienta de las guerras.
Como que seques mis lágrimas y provoques mis llantos.

Desde el más brusco grito, hasta el más intenso silencio.

martes, 13 de noviembre de 2012

Perdedores.

Me gustaba jugar a quererte.
A ti te volvía loco hacerlo, pero hacerlo de verdad.
Decías que quererme te daba alas, que sentías poder volar. Tú volabas mientras yo me daba cuenta de que cuanto más te apartases del suelo, más te iba a doler la caída.

Pero nunca me importó. Nunca me importaste. Bueno, o eso decía.


"Sweet child on mine" se convirtió en la banda sonora de nuestras noches, de nuestra vida.
El humo de tus cigarros era el mejor acompañante de las promesas, y todo ese tequila que faltaba en la botella y que recorría nuestras venas solo se burlaba de aquellos que dicen que lo único que llega al corazón es el amor.


Ay, el amor.

Hablabas de amor cada segundo, y yo -yo que nunca necesité a nadie-, que detestaba esa horrible palabra y ni podía acercarme al sentimiento, te escuchaba, como si eso me hiciese más vulnerable a sentir(te), más vulnerable a ti.

Dile al hueco de mis escaleras que nos guarde los secretos y los gemidos.
Que no revele a nadie el lugar donde la oscuridad lo único que daba era placer y no miedo.
Ve y prueba a sentir lo que sentiste conmigo.
Y por favor, deja de quererme.
¿No te das cuenta? Todo sigue igual, estamos en punto muerto.
Es un círculo vicioso, ese en el que tantos entran y del que pocos son capaces de salir; donde todos juegan a quererse.
Lo malo de estos juegos, es que nadie gana.




Ni siquiera tú.
Fuiste el origen de mi insana adicción a las madrugadas, a la noche, al tequila y al humo de tu cigarro.
Después llegó la adicción a tus ojeras, a la cafeína y a tus sonrisas rotas.


¿Tu olor? No me hables de eso; mi cama aún huele a ti. A tus lágrimas, a alcohol, a tu espalda desnuda sobre las sábanas, a susurros y a la última vez que la deshicimos juntos.

Y yo. Yo...

Cientos de tus "te quiero" se escapan por cada uno de mis poros.


Pero te recuerdo, tus labios de escarcha y tu mirada de hielo iban de maravilla con el ron de mi vaso.

Tantas de tus sonrisas eran la mejor medicina para mis rotos.
Y si hablo de rotos, por favor, olvida toda esa ropa tirada y deshecha en el suelo, porque sigue ahí, con tu "adiós" y mis putas ganas de quererte.

domingo, 4 de noviembre de 2012

No quieras escuchar solo que que te gustaría escuchar.

Y me hablas a mí de fuerza.
A quien enterró todos sus recuerdos, toda su vida en cinco jodidas cajas de cartón.
Me hablas de voluntad a mí.
A esa que no cree ni en lo que ya ha conseguido.
Intentas convencerme de que luche.
Cuando ya respiro simplemente porque los demás lo hacen.
Porque lato solo porque otros laten. ¿Pero no te das cuenta? A mí hasta inspirar me duele, ese aire que a ti te da la vida, a mí me la está quitando. Me ahogo, me ahoga(s).

¿Que intente ser libre?
Aquí nadie va a conseguirlo nunca. Somos marionetas, cada uno de nosotros. Yo intenté cortar esos hilos que me ataban, y mírame; creo que me equivoqué; que corté los que me ataban a la vida.


Yo ya lo asumí.

Si, eso de que "ser feliz es un mal necesario". Pero por muy mal que lo paso, aquí me ves, ni un atisbo de felicidad, ni una sonrisa en mis labios,


hablo de una verdadera, claro.

domingo, 28 de octubre de 2012

Un segundo -solo uno- antes de volar.

Aquella vez, mientras tú te dormías tan poco a poco y yo me quedé hablando, 

desgastándome la voz entre tus sueños y mis incertidumbres,

y ni siquiera estaba drogada pero sabía disimularlo muy bien, y nada dolía en ese momento.
Cerrando los ojos y hablando de dormir en la arena, con las olas del mar despeinándote las ojeras y la tierra debajo, un planeta de materiales y sentimientos debajo de nuestros cuerpos, y tú te dormías mientras yo te decía que no había mejor paisaje que esa media sonrisa que siempre llevabas puesta a la primera cita.

Y yo buscando palabras para resumir esa historia que nunca ocurrió,


...las canciones de amor y triste que escribiste al verme son otra forma de quererme sobre un papel y poder, así, perderme... 

Y tú te dormías entre el ruido y la ira, cruzabas esa línea que separa la magia de los trucos baratos, te hacías paréntesis en mitad de un silencio, manchabas todo de sueños,

apestabas a poesía


y yo seguía inventándome palabras para que ya nunca terminara ese momento en que el mundo tampoco se detenía y giraba.

 Mientras, ajeno y vestido de ola, te dormías.

lunes, 15 de octubre de 2012

Entre puntos suspensivos.

No hay nadie en la calle.

 Solo un silencio de balcones cerrados como cárceles que no dejan ni un salto mortal para la eternidad. 
La danza de la lluvia eras tú caminando mientras te alejabas. 
Es así siempre: caminas entre extraños que solo muestran sus arrugas tras el fuego y te entra miedo cada vez que enciendes un cigarro. 



Creo que la felicidad está donde no la estoy buscando.






 Más que creerlo lo sé. Quizás por eso lo hago. Cada mañana soy una vela que alguien se olvidó apagar.
En un bolsillo tengo un montón de piedras sin mechero.

Tanto darle vueltas y éramos nosotros los que estábamos rodeados.


En mis ojos la tierra se ha secado y no existe el mar. Fuiste origen y dueño de mi amor, y este dolor también te pertenece. Ojalá yo pudiera cargar con el tuyo. Y llevarlo tan lejos como fueras capaz de brillar. Que los dos sabemos que es mucho. Te dije “no salgo de mi metro cuadrado de irrealidad” “dejarme llevar ha dejado de llevarme hasta ti” “si me lo permites, voy a prescindir del paracaídas”. 
Hasta los gestos circunstanciales de las chicas guapas tienen un punto de sucedáneo, algo que te hace decir: no es mi película ni ellas serán mi actriz porno favorita.

Sales.

Con tu disfraz de regalo bajo la luz del flexo. El culo en pompa por los tacones. Los labios pintados. Y tus ojos de felina en celo. Entro. Estabas bajo la lluvia, pero no bailabas. Me mirabas triste como diciendo: puedo hacer llover, pero eras tú el que se encargaba de las sonrisas. Varias veces al día cambiaría el rock&roll y la poesía por tus labios. Sin dudarlo.

 Echo tanto de menos verte.

Cada día. Varias veces. Así que el amor explota lleno de vida, dispuesto a contagiarse e invadir, a reproducirse. Y luego se va resecando como arrugas en la piel. Cuando quisimos cambiar de canción estábamos atrapados en un estribillo. Dile a mi juventud las hostias que le faltaron, cuéntale lo de la ausencia de cicatrices, empótrala contra el paredón. Y de paso, pregúntale por qué hago lo que hago. Que me lo explique. Si tiene huevos. Se pasó el huracán y su presagio de vientos, y nuestra risa de hierba desafinada murió, como si nada, tras el barbecho. Todavía sucios de ceniza nos pintamos la cara como si fuésemos a la guerra. Es nuestra forma de mirar a la vida. Como en un campo de batalla. Cuando te vi llorar en mitad de la revolución dejé de entender por qué estábamos luchando. Contra quién.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Veo llover; cómo caen las gotas de lluvia, cómo lo empapan todo.
Y sé que por dentro estoy igual


Que me empapo hasta que no aguanto más y me derrumbo.
Que ya no quiero pensar en nadie.
Que por no hacerlo, prefiero no pensar si quiera en mí.


Que yo no soy. Ni me sale ser.


Que quiero volverme egoísta. Ser una puta egoísta y preocuparme de (una puta) vez por mí.

¿Para qué?
Ya intenté coser mis rotos, me dejé la vida recogiendo pedazos de lo que fui algún día.
Y mírame(míranos).

No he llegado a ninguna parte.
Vivo. Y vivo perdida.

Ningún pedazo encaja. Ni quiere encajar.

He perdido, ganas, fuerzas. Me he perdido.               Y sigo rota.

lunes, 24 de septiembre de 2012

La luna está celosa de ti.

 Se apaga, y entonces tú me enciendes. 
Te extraño. Sí, ahora eres como un extraño.  Si lo pienso, siempre lo fuiste, siempre lo has sido.

Sin sentido y sin destino. Sin mapas que me ayuden a no perderme. A no perdernos.
Pero con delirios. Algo de alcohol. Algo de sangre en las venas.
Textos. Comiendo techo. Recordando tus besos. 


La luna me sigue mirando por la ventana. Me clava unos ojos que no existen pero que siento quemándome la piel.

Demasiada altura. Cierra la persiana. Tu olor en mi cama. Madrugadas. Insomnio. Insomnio. Insomnio.
Droga, sálvame, haz que me pierda o que (te) olvide. Pintarme un tiro en la luna. Soltar el humo, los latidos y hasta la última gota de oxígeno.
Que me pinte la raya de los ojos reflejándome en tus pupilas. Que me grites. Que te insulte.
 Que me empujes. 

¿Mañana? No lo pienses. No se te ocurra pensarlo.

 ¿Ayer? Mejor olvida. Duele y no sirve de nada.

 Hoy.

Pulmones negros.  Corazón negro. Roto.
 Nubes grises. Locura incolora pero con sabor,¿quieres probarla? 

¿Y si te cansas? Ven.

Yo no voy a irme nunca.
Decídete: estás o no estás.

Me siento como un buscador que ha perdido su tesoro solo para poder volver a buscarlo.
Un juego. Un círculo vicioso.

Entonces se vuelve distinto distinto. El mundo deja de parecer tan malo durante un par de horas, incluso más.
Y llega la risa con su supuesta felicidad y sus besos robados.
Y corres, pidiendo sonrisas como quien pide fuego.

Luego pasa la resaca y te quedas mirando la arena que te queda en los bolsillos mientras buscas un mar abierto, en esta ciudad, a estas horas. En este puto instante.

domingo, 23 de septiembre de 2012

He dejado de buscar un mundo y ya solo me busco a mí.

A mí.
Suena tan extrañamente egoísta, tan extrañamente egoísta para haber salido de mis labios.
Si, esos labios que mordiste, besaste y que tanto sangraron (por ti).

Pero se terminó.

No me apetece seguir preocupándome por nadie. Seguir latiendo solo porque otros laten. Respirar solo porque otros sí utilizan sus pulmones y no solo para sentir cómo les falta el aire.
No quiero parpadear, por si no vuelvo a abrir los ojos.

No estoy como para creer en las personas.

No estoy.
Que caminar sobre mis ruinas ya era duro, pero llevarlas a cuestas es insufrible.
Así que llévatelas. Con tus (amargos) besos y tus (sucias) despedidas.

Y ahora. Ahora solo me queda mirar la luna. Y que mi mirada se una a la que tantos otros perdieron allí, buscando respuestas a preguntas que aún no formularon.
Respuestas que, en realidad, nadie quiere oír.

martes, 11 de septiembre de 2012

Reincidir en ti.

Abre los ojos, sigo aquí.
El mundo está un poco más jodido que de costumbre pero por suerte tu habitación tiene las mejores vistas. Un muro de ladrillos que no nos permite ver nada más.
 Perfecto. Perdidos a simple vista. El mapa se me hace demasiado grande.
Menos mal que no te busqué. Menos mal que te encontré, alojada en mi mente, olvidando recuerdos, recordando olvidos. Cambiándome el rumbo.



Contigo y a lo loco. Contigo y sigo roto.


Dejando a parte tu camino de rosas, volviendo al mío con piedras rocosas.
Busco atajos para verte feliz, y tú, ¿Pensaste un poco en mí?
Nuestro juego sin reglas creyéndonos la excepción. Subiendo a lo más alto sin importar lo demás. Mariposas semi-muertas echando a volar. La ciudad encendida, la Luna llena.





Vuelve.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Y te busco.

Pero vuelvo a caer, como un jodido castillo de naipes donde da igual si eres la reina de corazones.
Tal vez no haya que sentirse mejor, tal vez con intentarlo no basta,



 tal vez crees conocerme.




No quiero caminar más por tus costillas, estoy harta de resbalar siempre en la misma, de caer como una inútil en esa (puta) grieta que nos hace daño.
No voy a dolerte. Que la vida está sobrevalorada, y no quiero valorarla más.


Que mi vida está inconclusa, pero yo.


Yo ya he concluído.

jueves, 30 de agosto de 2012

Vámonos.

Ella era tímida. Sabía lo que quería y cómo conseguirlo. Sabía quererme. Poema XV de Neruda en sus ojos. 
Callaba en primavera y sonreía en las demás estaciones. Quería perder el tren. 




Quería perderse. 




Desconocida. Para todos menos para mí. Sabía todo de ella. Menos quererla. Miraba la Luna cuando yo miraba el Sol. Me daba la mano cuando yo quería besarla y me besaba cuando yo quería mirarla. Se tocaba el pelo cuando mentía, no para pedir un beso. Se mordía el labio para decir "te quiero". Apretaba la pasta de diente por el medio. Imperfecta. Parpadeaba levemente desincronizado. Me soltaba el humo en la cara. Corría tras de ella y reía. Me abrazaba y sabía qué susurrarme. Yo nunca sabía decir eso que supuestamente hay que decir en un momento preciso. No deshojaba margaritas, deshojaba tréboles de tres hojas empezando por el "sí". Siempre la quería y así fue. Yo ahora hago lo mismo empezando por el "me ha olvidado". Así será. Irónica. Ponía música a todas las cartas que le mandaba y las cantaba. 


Cuidaba mis heridas y descuidaba su vida. 



Bebíamos noche sí y noche también. Nos olvidábamos por la noche. Follábamos como extraños. Nos recordábamos cuando despertábamos al lado por el día. Nos perdíamos y nos ganábamos. No sabíamos nada y lo sabíamos todo. Estábamos locos, nos queríamos.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Y esa noche nos follamos, en vez de hacer el amor.


Te abracé, como si abrazase mi última gota de esperanza. Fuerte. Te estreché entre mis brazos mientras tú te estremecías y hacías que se erizase mi piel mientras respirabas cerca de mi oreja.
"Te he echado de menos, amor." Fueron tus primeras palabras al verme.
Y el "te quiero" que escupieron mis labios nos pilló desprevenidos.
Te apartaste, me mirabas. Esos ojos marrones que tanto habían llorado se clavaron en los míos. En mis ojeras y mis pupilas rotas.
Cinco centímetros. Cinco, o incluso menos.



Es lo que separaba nuestros labios.




Tú y tu olor a perfume caro. Yo y mi olor a vodka barato.
Tú tan. Y yo tan.

Ay.

Olvidaste mis ojos y te concentraste en mis labios, esos que tanto (te) habían sangrado.

Y entonces huíste, dejaste ver que me necesitabas. Que me necesitas. Que tus labios nunca dejaron de pensar(me), de extrañar cada centímetro del cuerpo que tantas veces dibujaste con tus dedos.

Y tus ruinas volvieron, para romper esas barreras -que en realidad nunca te importaron- junto con mis latidos y mi ropa interior.








Eres tú.

Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, el más hondo.
Es el mío.
 No me decidía entre llorar o reír; entonces hice ambas.
Y los minutos fueron avanzando hasta quedarme apaciguada.
Ya no sabía lo que era la realidad, y me costaba entender la distancia.
¡Qué concepto tan absurdo!
La lejanía entre dos objetos, el intervalo de tiempo que transcurre entre dos sucesos.
El espacio físico entre tú y yo: incalculable.El tiempo desde la última vez que acaricié tus ojos: eterno.
Y entonces callé,
porque entendí aquello que en realidad nunca quise saber.
Comprendí que.

martes, 28 de agosto de 2012

Y abrigo largo, para tapar esos errores.


Ponte los tacones más altos que encuentres. Si, venga, que se vean bien esos fracasos.
Que se distinga cada lágrima, cada roto y descosido en tu alma, cada llanto.
Ponte minifalda, que se vean bien tus largas piernas, esas por las que tantos hombres viajaron y se perdieron. Donde tantos otros hicieron auto-stop y los que dejaste, se bajaron en las curvas más peligrosas.
Habla de tu (no) vida con ese tono de voz tan sexy del que tantos se deleitaron oyendo tus (falsos) gemidos.
Míralos a todos, deslúmbrales con esos ojos rojos, invéntate excusas para tus ojeras marcadas, tus pupilas rotas y la vida que se esconde tras ellos.
Venga sigue. Sonríe.
Ensancha esos labios que tantos probaron, esa droga que a tantos enganchó.
Y miente al mundo haciendo creer que es verdadera.
y diles que estás bien, que todo te va de maravilla, y miente. Miéntete.
Que cada minuto que pasa (no) sientes esos puñales entre tus costillas.

"En ruinas, como Roma."

Te pusiste al borde del precipicio con un peta en la mano y en la otra una birra, y levantaste una pierna solo para demostrar que podías mantener el equilibrio y diste un buen trago ¿recuerdas? mientras el humo aun salía de tu boca. ¿No era eso lo que querías cuando hablabas del abismo? 
Nunca he sabido qué hacer con mi vida, aunque a veces lo tenga tan claro. Ni puta idea. Di un paso en firme hacia algo que podía crecer como un futuro domesticado en el que creer, en el que poder confiar. Me dejé en él las cuentas atrás de tantas meteduras de pata, lo acaricié como un órdago de cartas imposibles, como al cascabel de una serpiente en hipnosis, lo regué con lo único que tenía: sangre, sudor, lágrimas. 
Lo hice mío porque sentí cómo me daba patadas en el estómago, porque en su breve porción de felicidad no había un vómito que lo predestinara, porque era algo tan precioso que no debería ocurrirme a mí y aun así, pese a todo, me olvidé de los nubarrones y de las viejas cuentas, del jolgorio de chisteras que perdían el amor a gritos, de que en los periódicos las esquelas seguían siendo portada. 
Lo besé como me juré que nunca haría: firmando cláusula de daños. Aceptando obligatoriedad de valentía en el contrato. Diciendo: esta responsabilidad es mía y la acepto. Traté de que en el jardín siempre hubiera vida aunque fuese silvestre, de que la gasolina llegara a todos los puertos de montaña que queríamos subir. Que nunca nos faltara poesía. Olvidé que las malas hierbas no mueren pero también se fuman, y me concentré en mi pequeño futuro de ortigas y enredaderas bebiendo del dulce rocío del sudor desnudo en tu palacio de ventanas abiertas. 
Más sencillo: me dijeron ¿quieres ser feliz? Y dije que sí abriendo la mano. Entre picos de distancia y palos de silencio empecé a no distinguir la seda de los gusanos de las telas de araña, a confundir almohadas y regazos. 
No sé cuándo, pero me puse a cavar un agujero. Primero dije: esta será mi tumba. Luego: está será la de los dos. Después metí a nuestros hijos. A familias enteras. Colegios. Ciudades. Cualquier excusa es buena si solo quieres seguir cavando. Si solo quieres mancharte las manos de mierda y removerla hasta que el (d)olor (d)uela a cadáver. Para los petroleros del corazón no existe el concepto de tocar fondo. Es como la fiebre del oro: brilla más enterrada en su codicia que bajo la luz del sol. 
Y yo he llegado pronto a la última cena y parece que se me hace tarde, ni siquiera va a amanecer, contaba con ello, es posible que ya nunca más lo haga, de ahí las ojeras, la cafeína, mi insana adicción a la noche.
Los ojos, ¿Te fijaste en mis ojos el día que recobré mi antigua mirada? La triste, quiero decir. Yo no. Sabes que nunca me fijo en esas cosas. Que aunque puedo acertar literalmente la siguiente frase nunca atino con el final de las películas. Que soy malísimo en ciertos detalles. 
Que me puse al borde del precipicio con un peta en la mano y una birra en la otra. Cantando “la última vez que me suicidé ni Madrid era una fiesta ni tú llorabas”, sin saber hacia dónde tirar o tirarme, perdido e indefenso como un animal salvaje que enseña los dientes mientras el miedo se caga sobre él. 
Con el lodo al cuello, haciendo malabares de vidrios vacíos, saltando a la pata coja, sin saber del todo si me hiela el calor o me quema el frío, doy un buen trago y el humo sale desde muy dentro (como el dolor cuando se vomita, como los besos) por mi boca.

Y me sabe a poco.

Duele. Araña. Muerde. Golpea, una y otra vez. Hace daño al alma. Ataca al corazón. Remueve el pasado, entran en combate los recuerdos. Cada trago a esta botella como escudo. Cada cigarro como escondite. Cada sonrisa como camuflaje. Cada latido como una bomba. Cada palabra como un disparo. Cada mirada como humo. Cada roce como herida. Cada pensamiento como el alcohol que escuece. Cada lágrima como lluvia que sacia la sequía. Cada sonrisa tuya, como un tanque que entra en juego. Cada negación, como un ejército cada vez más pequeño. Pero cada frase de esperanza, es para mí, como una batalla ganada.